C. GONZÁLEZ MADRID.— Daba la una de la tarde y entraban por la Carrera de San Jerónimo, en Madrid, los coches oficiales de los peces gordos. Ángel Villalba, secretario autonómico del PSOE, era recibido por dos guajes leonesistas, ataviados ambos con banderas, panfletos y pegatinas de «Autonomía para León Ya».
¡Menuda bienvenida!.. Con una sonrisa forzada les despachaba el bueno de Villalba, estrujando poco después el obsequio dejados atrás los miembros madrileños de «Ciudadanos del Reino de León». Los mismos que dieron lo suyo a los del PP. Juan Vicente Herrera llegaba también al Congreso, sabedor de que iba a enseñar a Zapatero un gran consenso con el PSOE, en su Comunidad de nacimiento, y en la casa que preside, la Cámara Baja.
Para la cita se acercaron senadores de la tierra. Pepe Giménez, del PSOE, llegaba tarde, pero dispuesto a cruzar palabras con Miguel Martínez, secretario provincial del partido.
Ya en el interior del hemiciclo parlamentario, Herrera y Villalba daban sus razones a sus señorías. Les escuchaban desde la tribuna de invitados viejas y nuevas glorias de la política de los partidos mayoritarios. Atendía como en clase la secretaria de Estado, Amparo Valcarce, o el que fuera presidente de la Comunidad, Juan José Lucas. También lo hacía Miguel Alejo, delegado del Gobierno en Castilla y León. Él fue uno de los más aplicados. Escuchó a todos los partidos minoritarios. ¡Chapeau! Muchos diputados, por no decir más del 80%, pusieron sin embargo tierra de por medio cuanto terminaban las intervenciones de PP y PSOE. Juan Morano fue uno de ellos. Se le vio el pelo sólo en la votación final.
Ausencias notables en el PP, como por ejemplo la del diputado por León, Baudilio Tomé, quien según el bueno de Morano, estaba convaleciente.
Pareciera que el virus ayer hubiera hecho estragos. En comparación con el debate por el Estatuto de Cataluña, ayer el Congreso parecía el desierto del Gobi.
Y así hasta la comida, cuando Miguel Martínez guió a sus diputados; Turiel y Velasco por los aledaños del hotel Plaza. Lo justo para seguir, a eso de las cuatro de la tarde, con una soporífera retahíla de razones, ya pactadas, que hizo estragos entre los diputados. De todos los que empezaron, ni la mitad pasaron de la media hora sin ocupar su tiempo en mejores labores, como echar un café. Zapatero, por su parte, intervino haciendo patria. «Nací en Valladolid, y he vivido en León toda la vida». Con buen talante, y asintiendo con la cabeza, a media sonrisa, escuchaba cómo los partidos nacionalistas le apretaban las tuercas del leonesismo. Todo estaba pactado. Habemus Estatuto, se leía en las caras de Villalba y Herrera. Coser y cantar, ayer, en la casa de ZP. Choque de manos, y tira millas.
miércoles, 18 de abril de 2007
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1 comentario:
Aunque no tenga demasiado que ver con su "post",no quería dejar pasar esta oportunidad que me brinda su blog para saludar a tdoa la gente de mi tierra a la que tanto añoro.¡Arriba León!
Una leonesa desde Extremadura.
Saludos
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